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𝐃𝐞𝐦𝐚𝐬𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐑𝐮𝐢𝐝𝐨 (𝟐) (el enfoque humanista)





Hablemos un poco más de corrupción. Que bien que nos conviene.


A ver, tratemos de entender. Así como para valorar la bendición del alimento hay que entender el hambre; De la mismo forma, para entender la corrupción hay que conocer su antítesis. La INTEGRIDAD. Si no logra entenderse esta última, la corrupción puede ser difusa. Diluirse en la costumbre, el hábito y la cultura. Y con ello pasar a ser la norma.


El pequeño soborno, la inocente mentira, el discreto arreglo amañado, el negocio a conveniencia… no es nada del otro mundo y todos lo hacen. Así que… —¿Cuál es problema?... Habrá pensado Callejas cuando aceptó los 1.6 millones de dólares para conceder de manera irregular los derechos de transmisión de los partidos disputados por la selección hondureña. Total —sigo especulando— “En mi país se hace todo el tiempo y no pasa nada”… Razonamiento con el que la jueza Loretta Lynch, de la secretaría de justicia de Estados Unidos no estuvo en lo absoluto de acuerdo cuando declaró:


“El nivel de la corrupción del que se les acusa es desmesurado, y el mensaje de este anuncio debe ser claro para todos los culpables que siguen ocultos, con la esperanza de evadir nuestra investigación: no se salvarán".


El de Callejas es un gran ejemplo (no te emociones Indiano, déjame terminar la frase). Nos enseña que cuando en casa no hay control, ni castigo, ni reprensión por hacer lo incorrecto, es decir, no se no cultiva la integridad… entonces asumimos que la norma prevalece.


De tal forma que la corrupción pública, entiéndase: Sobornos, desvío de recursos, abuso de funciones, colusión, conspiraciones, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, obstrucción de la justicia, uso ilegal de información falsa o confidencial, nepotismo, entre otros…; no es más que el resultado de la ausencia de integridad en casa.


Combatir la corrupción en Honduras urge. Pero —y esta sería una acción más perdurable y contundente— formar a nuestros pequeños ciudadanos como personas de integridad es muchísimo más que urgente. Ellos están aprendiendo que con las “palancas”, “conectes”, “componendas” etc. son correctas, que pueden sacar provecho del resto y olvidarse del bien común para centrarse exclusivamente en el bien personal.


No se trata de enseñarles que JOH es el diablo. Va muchísimo más allá que eso este asunto. Si no enseñamos valores —pero de forma sistemática, estructurada e intencionada me refiero— sino atendemos esto de manera urgente con nuestros relevos, esta seguirá siendo la historia de nunca acabar. Se convertirán en policías, militares, jueces, abogados, comerciantes, empresarios, médicos y políticos corruptos nivel PRO.


Y darán seguimiento a la desdichada historia hña. La misma que nos ha acompañado por casi 200 años y que nos ha heredado el país que tenemos. Esa que nadie con sensatez quiere. Tanto tiempo llevamos así… Con razón se nos ha vuelto costumbre.


09 de diciembre. Día Internacional contra la Corrupción. Un abrazo amigos. Att. W. Cruzant .

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