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𝗖𝗥𝗘𝗔𝗧𝗜𝗩𝗜𝗗𝗔𝗗 𝗬 𝗣𝗔𝗡𝗗𝗘𝗠𝗜𝗔


El predicador compartía La Palabra a un grupo pequeño. A pesar de la reducida audiencia, la enjundia aplicada al sermón no se achicaba, tanto así que al cerrar una de las frases con singular intensidad, ocurrió lo inesperado: el predicador soltó una flatulencia. Una de esas que, por su sonoridad y duración, no pueden ser ignoradas. De esas que en los contextos catrachos podríamos clasificar fácilmente como “atolosa”. Algunos de los escuchas se mostraron muy considerados y comedidos fingiendo que nada había pasado. Pero el predicador era demasiado honesto para obviarlo y la flatulencia demasiado evidente… así que, las palabras que siguieron ante los 5 segundos de absoluto silencia fueron:


—Eso hermanos… fue para el demonio.


[…]


En México, grandes osos de peluche sentados—del tamaño de un humano— ocupan algunas de las mesas en las terrazas de restaurantes en CDMX. Es solo una de las innovadoras estrategias que los dueños de establecimientos están aplicando en la era COVID. (Dicen que quieren evitar colocar el típico rótulo de “guardar la distancia” y con ello mostrar maneras más amigables para motivar a sus comensales).


En Alemania, el ejército entrena perros para la detección del COVID-19. Los perros han sido preparados para olfatear saliva humana infectada con el virus. Estos perros olfateadores son capaces de oler varios tipos de cáncer, hipoglicemia y diabetes. ¡Impresionante!


En Costa Rica, científicos del Tecnológico de Costa Rica (TEC), desarrollan un prototipo para desinfección de mascarillas a través de luz ultravioleta y plasma. Y hasta donde se conoce, solo los ticos estarían utilizando esta tecnología en todo el mundo.


“La necesidad es la madre de la invención” dice el proverbio. Aunque si me permiten, yo prefiero aquella frase atribuida a Einstein que reza: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. En cambio, la imaginación abarca todo”.


El COVID-19 ha estimulado la creatividad en muchas partes. Ahora, si tuviéramos que hablar de Honduras, muy probablemente tendríamos que referirnos a “esfuerzos creativos” fuera de la ciencia, el marketing o el comportamiento animal (muy distintos a los citados atrás), y más bien referirnos a la “creatividad” aplicada a la ineficiencia, la malversación, la manipulación de la ley o al control mediático de las masas. Es un tipo de “creatividad maligna”, que solo pertenece a mentes egoístas y deshumanizadas. Mentes que —mucho me temo— siendo minoría, tienen en el silencio y la apatía social, un aval poderoso.


No sé si estarán de acuerdo pero creo que en Honduras nos cuesta reconocer la creatividad.

La mayoría de las veces solemos confundir al creativo llamándole “Lana”, “malilla”, “largo”, “pelis”, “vivo”… etc. Sin embargo, la creatividad es la capacidad o facilidad para INVENTAR o CREAR algo. Así que la “creatividad maligna” de la que hablamos en el párrafo anterior, no es tal. Creo que sería demasiado generoso de nuestra parte, atribuirles alguna habilidad creativa a los delincuentes y saqueadores que han aprovechado la pandemia para hacer de las suyas. No confundamos pues la creatividad con la trampa, la manipulación, el abuso y el cinismo. No es lo mismo.


𝗟𝗮 𝗰𝗿𝗲𝗮𝘁𝗶𝘃𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗺𝗼𝘁𝗼𝗿 𝗱𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝗮𝗿𝗿𝗼𝗹𝗹𝗼 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹 𝘆 𝗹𝗮 𝗯𝗮𝘀𝗲 𝗱𝗲𝗹

𝗽𝗿𝗼𝗴𝗿𝗲𝘀𝗼 𝗱𝗲 𝘁𝗼𝗱𝗮 𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮, y la buena noticia es que todos somos individuos creativos. La resolución de problemas es un rasgo de la creatividad y todos hemos resuelto un problema en alguna ocasión. Creativos son los papás que —pese a las circunstancias—, buscan maneras distintas de criar y formar a sus hijos, de hacer de ellos la mejor versión posible. Creativas son las personas que, además de tomar las medidas estándar de bioseguridad, buscan nuevos y mejores mecanismos para prevenir la infección en sus distintos entornos. Creativos son los ciudadanos que, en favor de la justicia, la paz y la libertad, alzan sus voces de maneras en que puedan ser escuchadas (haciendo que los puentes hablen, por ejemplo); No son los “vivos” que buscan provecho en la desgracia, son las personas que en la desgracia afloran sus mejores capacidades al servicio de una solución que nos deje —de ser posible— en un estado superior al que antecedió al problema. Permítanme repetirlo: La creatividad es el motor del desarrollo personal y la base del progreso de toda cultura. Es decir, sin ella no hay futuro promisorio.


En tiempo de pandemia la creatividad impele con urgencia nuestras acciones. Esperar que los demás vengan a resolvernos, no estimula en lo absoluto la creatividad. De hecho, es el esperar que un grupo de incompetentes sean creativos, lo que nos tiene y nos tendrá postrados ante esta y futuras pandemias.


¡A crear!


W. Cruzant

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