top of page

𝗨𝗡 𝗡𝗬𝗟𝗢𝗡, 𝟰 𝗣𝗜𝗘𝗗𝗥𝗔𝗦

Apenas dejaba los dos leños, que hace unos 15 minutos había cortado machete en mano cerca de la casa —y con los que molerá para la cena—, cuando a María le vinieron a avisar …era lo de siempre. Desde que el cipote mensajero llegó todo agitado, María intuye de qué va la “emergencia”. Y al ser lo de siempre, el aviso realmente no le alarma, tampoco apresura su ritmo, como sí lo hacía las primeras veces —hace ya años de eso—.



Si Chepe—su marido—, no se asoma a la casa después de las 3 de la tarde, ella sabe de antemano el porqué. Como es cuento viejo —este, el de su marido—, María comienza con el desdichado protocolo de costumbre: Agarra un nylon grande que tiene atrás de la letrina —que casi solo usa para estos casos, y de vez en cuando como capote, de camino hacia Erandique o Santa Cruz para mandados— y sale a buscarlo. Bueno, a buscarlo por decirlo de alguna forma, porque de la orilla del camino no se aparta mucho el Chepe antes de quedar inconsciente por la intoxicación. Aunque zigzaguee una buena parte del recorrido, luego camine robóticamente —al mejor estilo zombi— y haga extrañas y prolongadas pausas, él siempre termina noqueado a la orilla del camino.


Pues nylon en mano, María avanza camino abajo fuera de Carrizalito—su aldea— , confiada en que su joven compañero no está muy lejos. Luego de unos 600 mts, ahí yace Chepe, y a su lado Betillo, su amigo de botellas (no de copas). A veces se desploman en combo—suele pasar, de dos o incluso de 3—, y sea uno al lado de otro o uno sobre otro, siempre les encuentra ahí, inmóviles en la vereda de barro rojizo.


Sin inmutarse ni avergonzarse, y ya insensibilizada por la rutina de esta escena, María les observa haciendo una empírica medición de frecuencia cardiaca o pulso—sin contacto— (con ver la panza unos segundos basta). Busca 4 piedras medianas, extiende el nylon transparente, y cubre a Chepe. Al estar tan cerca Betillo y sin disposición de María de hacer esfuerzo alguno por apartarlos, decide cubrirlos a ambos. A continuación, coloca una piedra en cada ángulo o esquina para que el viento —que por la noche se intensificará—, no lo vuele y así su marido no reciba directamente el sereno nocturno. Luego de la simple operación, María se retira y deja a su marido—ajeno de todo—, “protegido” hasta que despierte, normalmente en la madrugada cuando el frío ya no es soportable. Para chepe, en su memoria, esto nunca ha ocurrido.


[...]


La ingesta desmedida de alcohol en esta zona del país es dramática. Y lo curioso es que, casi ninguna entidad de gobierno la atiende. Esta problemática de salud pública que ha castigado por siglos a la población de esta zona, aunque se identifica con mayor obviedad en la etnia lenca, realmente afecta a la mayoría de población masculina de la zona. Basta con recorrer los caminos de la zona —de preferencia por la tarde—, para encontrarse los transeúntes “zombis” que intentan con escaso éxito, encontrar el camino a casa; y otros, que no pudieron más y se desplomaron a orillas de la vereda. Resulta muy curioso encontrárselos ahí… dispersos —cerca de ningún expendio—, con su indumentaria de trabajo y en medio de la nada.


Un problema no solo de salud, un problema social y económico que se materializa en los altos niveles de pobreza de la zona, y en la réplicas que las nuevas generaciones de muchachos van calcando al hilo. Estos últimos ya no con chicha de maíz —eso lleva mucho trabajo y unos 15 días de espera para la fermentación— sino con botellas de alcohol que consiguen—sabrá Dios cómo— en plena y permanente Ley Seca de Sta. Cruz. Lempira.


Un problema que, según la OPS, “se asocia con diversos daños sociales y de la salud, que incluyen más de 200 condiciones (enfermedades no transmisibles, trastornos mentales, las lesiones y el VIH), así como la violencia doméstica, la pérdida de productividad, y muchos costos ocultos.”


Un problema que ha de ser abordado desde el enfoque social sí, pero también desde el contexto histórico… ¡precolombino incluso!, donde la embriaguez ya era parte de rituales y costumbres de nuestros pueblos y que, en tiempo de la colonia, —aún con el adoctrinamiento religioso— se mostraba como “un ritual que asustaba”, según relata el Padre Canelas (jesuita del virreinato del Río de la Plata):


"𝘗𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴, 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮á𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘢𝘴, 𝘭𝘢 𝘣𝘰𝘳𝘳𝘢𝘤𝘩𝘦𝘳𝘢, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘴𝘦 𝘵𝘰𝘮𝘢, 𝘵𝘰𝘥𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘦𝘴 𝘣𝘦𝘣𝘦𝘳. 𝘎𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘢𝘯 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘢ñ𝘰, 𝘺 𝘭𝘰 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘳𝘢𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘴𝘪 𝘦𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰𝘴 𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘲𝘶é 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘩𝘢. 𝘚𝘶 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘪𝘯𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘢 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘯𝘥𝘦𝘳𝘢𝘣𝘭𝘦, 𝘺 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘯𝘰 𝘭𝘢 𝘩𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘭𝘦 𝘩𝘢𝘳í𝘢 𝘶𝘯 𝘮𝘪𝘴𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰 𝘦𝘭 𝘤ó𝘮𝘰 𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘦𝘯𝘴𝘪ó𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘦𝘹𝘰𝘳𝘣𝘪𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦"₁


¿Qué ha hecho? ¿Qué hace el estado de Honduras para atender esta problemática? Es una pregunta con una respuesta imposible. Ya que en esta zonas la atención primaria de salud es muy limitada, lo cual hace intuir que la prevención primaria al tratamiento y la reducción de daños por alcoholismo y a otros fenómenos de salud pública más complejos, están lejos de ser atendidos.

Ojalá cubrir con un nylon y 4 piedras bastara para solucionar los problemas.


Feliz día para todos.

𝗔𝘁𝘁𝗲. 𝗪. 𝗖𝗿𝘂𝘇𝗮𝗻𝘁



**********************

𝗔𝗹𝗴𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗱𝗮𝘁𝗼𝘀 𝗮𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹𝗲𝘀: - 𝘌𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘤𝘰𝘩𝘰𝘭 𝘦𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘈𝘮é𝘳𝘪𝘤𝘢𝘴 𝘦𝘴 𝘢𝘱𝘳𝘰𝘹𝘪𝘮𝘢𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘶𝘯 40% 𝘴𝘶𝘱𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘪𝘢𝘭 - 𝘌𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘰 𝘯𝘰𝘤𝘪𝘷𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘤𝘰𝘩𝘰𝘭 𝘮𝘢𝘵𝘢 𝘢 𝘮á𝘴 𝘥𝘦 3 𝘮𝘪𝘭𝘭𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘢𝘭 𝘢ñ𝘰, 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳í𝘢 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴. - 𝘏𝘰𝘯𝘥𝘶𝘳𝘢𝘴 𝘧𝘶𝘦 𝘦𝘯 2016 𝘶𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘦𝘻 𝘱𝘢í𝘴𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘯ú𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘩𝘰𝘮𝘪𝘤𝘪𝘥𝘪𝘰𝘴 𝘢𝘵𝘳𝘪𝘣𝘶𝘪𝘣𝘭𝘦𝘴 𝘢𝘭 𝘢𝘭𝘤𝘰𝘩𝘰𝘭 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘙𝘦𝘨𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘈𝘮é𝘳𝘪𝘤𝘢𝘴.

------ ₁ (𝘙𝘦𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘉𝘳𝘢𝘴𝘪𝘭𝘦𝘪𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘏𝘪𝘴𝘵ó𝘳𝘪𝘢 & 𝘊𝘪ê𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘚𝘰𝘤𝘪𝘢𝘪𝘴 - 𝘙𝘉𝘏𝘊𝘚 𝘝𝘰𝘭. 9 𝘕º 17, 𝘑𝘢𝘯𝘦𝘪𝘳𝘰 - 𝘑𝘶𝘯𝘩𝘰 𝘥𝘦 2017)

  • Facebook Black Round
  • Google+ Black Round
  • Tumblr Black Round
bottom of page