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¿Puede Dios con el coronavirus?


—“Hay que confiar en Dios, él es el que lo puede todo”

Fue lo que dijo don Anselmo (llamémoslo así) a la mujer que encarecidamente le pedía a él y al resto de adultos mayores, que guardaran por su bien, la distancia prudente mientras esperaban su turno en la fila del cajero automático. Y luego de presentar don Anselmo su respetable argumento, no hizo más que girar su cabeza como si nada…

A propósito. El miércoles anterior, salí en busca de víveres… ya que era el día que me correspondía —según disposición de las autoridades—. Para mi sorpresa, observé grupos nutridos de ciudadanos realizando actividades comerciales informales en calles y comercios —otros andaban como de paseo—. La mayoría interactuando como si nada ocurriera. Aunque una buena parte portaba mascarilla, las distancias eran comprometedoras.

Me he valido de una pregunta absurda como titular, para llamar la atención del amable lector. Y con ello, invitarle a reflexionar sobre las posturas que con insensatez y amparados en la religiosidad y el folclore, pretendemos imponer como excusas para no asumir nuestra responsabilidad de mayordomos de nuestro cuerpo y de corresponsables además, del bienestar colectivo.

Esto no es nuevo, la ignorancia ha tenido muchos matices a lo largo de la historia. Durante la peste negra del siglo XIV —que comparada con el coronavirus sería un verdadero monstruo de mil cabezas—, un típico remedio médico ante la plaga, consistía en moler un verso de la Biblia (trozo de pergamino), disolverlo en vino y tomarlo. Desde luego, un remedio inútil.

Claro está, hoy no estamos en aquellos tiempos de oscurantismo. Nadie valoraría semejantes remedios —¿o sí?—. No obstante, seguimos abrazando matices de fe que a veces lindan con el capricho y que nos sirven como una especie de talismán, cuando en realidad no es la fe ciega la que detona un evento anhelado o una aspiración, sino la confianza en la sabiduría del autor y consumador de la Fe y generador de la vida misma. Si. Ese mismo que ha fijado un propósito para mí y para la humanidad entera.

¿Tiene Dios control de esta situación? ¡De perogrullo! Su misma condición lo afirma. Somos nosotros los que NO tenemos tal control y es por ello que debemos ser sabios y prudentes. Primero, reconociendo esta condición limitada que nos vuelve tan vulnerables. Y segundo, abrazando la sabiduría de la que el Padre nos ha provisto. No apoyándonos en la desinformación, la pereza intelectual, la arbitrariedad o las decisiones de 3ros. (Como fue el caso del estado de sitio en Guayaquil, donde se prohibió el servicio de recolección de cadáveres, con las consecuencias que la mayoría ha visto ya por televisión: cuerpos en estado de descomposición, abandonados en calles y viviendas, ¡Dramático!).

***

—Escuche Don Anselmo; Dios lo puede todo, estamos de acuerdo. Pero la fe no es un amuleto y Dios no hará lo que a Ud. le toca y para lo que le ha facultado. “Tenga calma, instrúyase, déjese aconsejar sabiamente y a continuación aconseje a los demás. Alégrese por estar sano y de gracias a Dios de corazón” (Colosenses 3:15-16)

Tenga la gentileza de correrse a un metro y medio o más y otra cosita: Ya dejé de aferrarse a ese noticiero. ¡Se está dañando! Todo ese caos que consume a diario por TV, están debilitando su sistema inmunológico. Después no culpe al coronavirus y menos a Dios.

Cuídese Señor y que Dios me lo bendiga.

Att. W. Cruzant

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