Yema blanda, yema dura
—Hay dos tipos de personas en la vida…
Le dije en cierta ocasión a un par de comensales que me acompañaban en un almuerzo informal, mientras mirábamos un primer plano de quién sabe quién en la TV, y les dije:
—Prepárense porque me apresto a revelarles unos de los grandes misterios de la humanidad: Los dos tipos de personas que hay en la vida son: los que hablan con los dientes de arriba y los que hablan con los dientes de abajo. Mis interlocutores, inclinaron la cabeza hacia un costado y fruncieron levemente el ceño mientras entrecerraban los ojos, —todas estas señales de no comprender muy bien a que me refería—.
Luego les señalé al personaje de la TV y no tardaron en soltar carcajada. (La mujer que hablaba en la pantalla, era de la segunda categoría. Cuando hablaba dejaba ver únicamente sus dientes inferiores). ¡Esto es verdad! Solo hay que ser observador y usted notará que son dos categorías bien marcadas.
Otra “categoría existencial” notoria, es la de los que prefieren los huevos con la yema blanda y los que los prefieren con la yema dura. (Ud. ya estará reconociendo en cuál de las dos categorías se ubica).
Como este par de frívolos, pero verdaderos ejemplos, hay muchos: los que son parlanchines vs. los reservados y callados, los disciplinados vs. los desordenados, los piadosos vs. los impíos, los iracundos vs. los pacíficos, los sentimentales vs. los caradura, los reflexivos vs. los frívolos etc. etc. etc... ¡Porque así somos!, así fuimos diseñados, para disentir, para no ser necesariamente iguales.
Aun con las individualidades que nos caracterizan y nos hacen aparentemente variados, hay una supra categoría que conjuga todas esas categorías anteriores mencionadas y no mencionadas. No hay quien pueda excluirse de ellas. Se trata de:
a) Los líderes b) La masa.
Los segundos son mayoría. Y tienen características que los hacen totalmente predecibles. Por tanto, son manejables, manipulables; y con ello vulnerables y víctimas. Víctimas usualmente del otro grupo, el grupo dominante. El de los pensantes. Que son como es de esperar minoría. Que no necesariamente por no ser masa son mejores, No. De hecho, el tomar conciencia de su condición superior sobre el resto, —sobre la masa— les lleva muchas veces a embriagarse de orgullo y poder, a convertirse en encantadores de multitudes a quienes arrastran deliberadamente a ideales, acciones y comportamientos que van —en su mayoría— en provecho de sus propósitos egoístas. Y como la masa es generalmente irreflexiva, se somete ciegamente. Incluso si son conducidos al matadero… su visión no suele alcanzar más allá de la espalda de sus pares. (o de la nuca como dice mi pastor)
Dentro de la categoría de los líderes, no obstante, hay quienes —consientes o no de su lugar—, juegan su rol de manera propositiva. Se dan cuenta que el resto no reacciona, no analiza, no decide, no varía, no ve el futuro; y piensan: —Yo debo hacer algo al respecto, estas personas —la masa— necesitan que alguien les muestre el camino.
Impulsados por ese razonamiento: proponen, crean, hablan, muestran, alertan, enseñan, impulsan, trabajan estratégicamente, guían, no se detienen, siguen creciendo, se informan, cuestionan, señalan el error, se anticipan… etc. Esta categoría minoritaria es fácil de identificar, pero donde realmente prueban su legitimidad es cuando saben practicar otras cosas que muestran meridianamente de que están hechos: La compasión, la empatía, la paciencia oportuna, la humildad, la sabiduría (que no es igual que el conocimiento) el perdón, y otras más que son precisamente virtudes que les mantienen en la categoría tal para la que fueron diseñados.
Ud. seguramente sabe decidir entre la intrascendencia de una yema dura y una blanda. Pero ¿Es capaz de reconocer su condición dentro de este mundo? Es líder o es masa. ¿Dónde prefiere estar?
Bendiciones para todos.
Att.
W. Cruzant