El agua nunca se acabará.
Título controversial. También es una afirmación peligrosa en estos tiempos de crisis en Tegucigalpa y el resto del país. Sin embargo, nadie puede refutar la afirmación. El agua está aquí en nuestra esfera azul y lo estará al menos hasta que un fenómeno exógeno la saque de nuestro sistema (alguna hecatombe espacial o un fenómeno solar apocalíptico).
El 96% de la superficie terrestre es agua. Claro, de toda esta agua menos del 1% es agua dulce y esta agua dulce está distribuida en los casquetes polares, en depósitos subterráneos y en lagos y ríos. A esta última es a la que mayormente tenemos acceso las personas.
El agua cambia de estado continuamente, pero no desaparece. Incluso si es consumida por los humanos las moléculas de Hidrógeno y Oxigeno que el cuerpo aprovecha vuelven al planeta. Entonces, si el agua siempre estará aquí, ¿cuál es la alarma?
Bueno, lógica simple. El que haya abundancia de un recurso no significa que esté accesible todo el tiempo. La luz solar por ejemplo, es más que abundante. Pero cuando llega la noche o cuando las nubes cubren el sol, ese recurso no está más para nosotros. El agua es abundante y tenemos para rato. Aun más con las nuevas tecnologías de desalinización (que por ahora resultan muy costosas) con ellas el futuro podría ser más halagüeño. El problema con esto último es que aún no estamos listos.
Casi dos millones de personas mueren al año en el planeta por falta de agua potable. Sin embargo, el problema no es la disponibilidad.
Desde siempre el humano ha procurado establecerse cerca de las fuentes de agua. Esto para facilitar el acceso mismo del líquido y con ello, satisfacer de manera más rápida sus necesidades. La mayoría de ciudades del mundo nacieron en las riveras de alguna fuente o corriente de agua. Lo que sucede ahora, es que hemos agotado la fuente que está cercana a los centros poblacionales. Como dejamos de ser nómadas hace mucho, nos hemos establecido en las grandes urbes y claro, mover una ciudad entera como Tegucigalpa a una zona donde podamos acceder a nuevas fuentes de agua es prácticamente imposible.
La planificación urbana por tanto, demanda no solo la satisfacción de necesidades de movilidad —cual ha sido la prioridad del Señor alcalde—, demanda además —entre muchos temas— la conservación de los recursos con que la ciudad cuenta. Recursos naturales prioritariamente. Nuestro alcalde, de a poco, ha ido construyendo su fama de talador y enemigo del bosque, pensar que es indiferente con el tema del agua no es tan difícil.
La atención a este tema por parte de la comuna a estas alturas será valiosa, pero algo tardía… Desde el primer día de su gestión debió ser atendida. Estamos seguros que después de 6 años atencionando el tema y diseñando planes de conservación, mantenimiento y creación de nuevos caudales, bastaría para no sufrir la crisis que hoy vivimos.
Veamos lo que ha pasado y está pasando en Ciudad del Cabo en Sudáfrica, la segunda más grande del país. Está a pocos meses de convertirse en la primera ciudad del mundo sin agua corriente para el suministro diario de su población. Después de que cada persona consumía en promedio 350 litros de agua al día, (en 2015 el consumo promedio en Tegucigalpa era de 231 litros/persona/día) han pasado a consumir 50 litros al día. Y cuando llegue el día cero —que se estima será a finales de este año—, el agua sólo será asequible a través de 180 camiones cisterna donde los habitantes podrán ir a llenar sus recipientes con un límite de 25 litros diarios. ¿Parece increíble cierto?
¿Es acaso posible que en Tegucigalpa nos ocurra igual?
Si nuestras autoridades no toman en cuenta los factores exógenos tales como las sequías extremas, sino controlan responsablemente el suministro, tanto de agua superficial como subterránea; si siguen permitiendo que todo hondureño que lo desee se venga a vivir a la capital, si no hay controles en el uso del agua en las industrias, en la agricultura y en los mismos hogares (donde encontrar gente desperdiciándola es común); si no hay un mantenimiento acucioso de las tuberías y los sistemas… entonces podemos anticipar —sin ser pitonisos y sin ser expertos— una nueva “Ciudad del Cabo” en Centroamérica.
Cuidemos el agua, pero aún más, cuidemos las fuentes.
Att. W. Cruzant.