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Mujer Rural


Hace un par de días en un programa radial llamado “A quien corresponda” —cuya dinámica es hacer públicas las denuncias y demandas de la ciudadanía de todo el país— un oyente envió una nota de voz desde un remoto lugar del norte de Olancho llamado Mangulile. Se quejaba del abandono en que el pueblo está: Fluido eléctrico continuamente interrumpido —a menudo por varias horas—, carreteras intransitables, etc.

Si así está Mangulile en 2018, será interesante hacer un ejercicio para imaginar el Mangulile de hace 50 años. Ese de cuando mi abuela se desplazaba desde una pequeña aldea —más bien caserío— hacia este pueblo para hacerse de alimento y recursos luego del asesinato de mi abuelo Darío —ultimado a machetazos al frente de la pequeña casa donde vivía la familia—. Mi madre y mis tíos estaban muy pequeños y, a partir del fatídico suceso, mi abuela tuvo que librarla de manera valiente y creativa ante una situación de pobreza inenarrable.

Mi abuela caminaba junto a mi madre y a mis tíos —Juan e Israel— durante varias horas bajo el sol. Se desplazaba hacia Mangulile para vender el pan que horneaba en casa, complementando con refresco natural que vendía en la feria o en otras congregaciones del pueblo. Durante la venta y agotado el fresco, iba varias veces al río para poder abastecerse —aguazul estaba a años luz y el agua potable igual que los vehículos automotores era “bichos extraños”— y hacer más bebida.

Mi madre —quien posee una memoria privilegiada— cuenta mil historias casi “macondezcas” de esos tiempos, mismas que quizá cuente en otra ocasión. No obstante, mi interés esta vez, es destacar el papel que la mujer rural juega desde antaño en nuestras realidades y que, a esta altura, en tiempos de defensa de derechos humanos, igualdad de género y empoderamiento de la mujer; ella sigue protagonizando.

Hoy 15 de octubre se celebra en el mundo el Día Mundial de la Mujer Rural. Es un día especial. Nos permite recordar a esa mujer campesina, luchadora, guerrera invencible de limitado armamento. Vista de menos y explotada en la ciudad. Castigada con azotes de olvido y desdén. Según ONU Mujeres, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza. Y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.

Siendo que las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial, es posible que esa mujer esté ahora trabajando para Ud. ¡sí!, en casa, como empleada doméstica; y Ud. asuma con ligereza que, por estar en condición de empleada doméstica, esta valiosa mujer no tiene el valor como persona que le es inherente. Con una paga miserable y una jornada extendida que emula tiempos antiguos de esclavitud, la mujer rural sigue sufriendo. Las van a recoger al pueblo pues se asume que, su nivel educativo y su sencillez las hace “idóneas” para trabajar en condiciones que ninguna mujer citadina aceptaría, ni de broma. Algunas con suerte son acogidas por familias que les respetan y valoran, hasta considerarlas como parte de la familia. Pero siendo realistas, quizá no sea la mayoría.

Y aquellas que permanecen en su lugar, ¿Qué? ¿Se salvan de las normas sociales discriminatorias? Me temo que no. La migración de los hombres del campo —sus parejas, sus hijos, sus padres— ha hecho que la mujer rural aumente sus ya agotadoras tareas y se prive de actividades para desarrollarse y aspirar a una vida más digna.

Naciones Unidas indica que los indicadores de desarrollo y de género revelan que la situación de la mujer rural está empeorando en todo el mundo. En nuestra Honduras cada vez más pobre (70%), la lucha es mucho más espinosa. Las niñas y mujeres rurales tienen grandes necesidades en temas de sanidad, educación, cuidado infantil, alojamiento y otros. Nuestros gobiernos están obligados a que esos derechos sean atendidos. Pero, conociendo a quienes tenemos por gobernantes, me temo que será una aspiración que seguirá en coma.

Un feliz día para todos.

att. W. Cruzant

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