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:D “Yo Amo a Mi Papá” :(


Al día siguiente que mi familia recibió la noticia del fallecimiento de mi padre, fui a la escuela como siempre. Mis compañeros conocían ya la nueva, y me miraban curiosos. Al tiempo de recreo, no tardaron en abordarme y preguntarme —sin malicia— sobre la muerte de mi padre. Lo tomé como normal. Sin embargo, su insistencia me hizo darme cuenta por primera vez lo que realmente ocurría. Mi padre había muerto. No le vería nunca más. Luego de regresar al aula no pude contener el llanto y mi maestra decidió que lo mejor era que me fuera a casa. Más tarde, desde mi patio vi como “Patudo” —el más alto y viejo del 5° grado de la Esc. San Francisco— se acercaba, como liderando el grupo, con todos mis compañeros y mi maestra que, en un gesto de solidaridad y camaradería —que en ese momento quizá no dimensioné— venían a entregarme una tarjeta y con ella sus condolencias.

Hace mucho tiempo ya de esto. Hoy soy Papá y apenas comienzo a comprender porque extrañé tanto a mi padre después de aquello. Todos los maravillosos recuerdos que tengo de él son como tesoros que guardo en mi corazón. Quizá porque son los pocos que recuerdo de mi infancia o quizá porque no hubo otros que opacaran estos primeros. Porque a veces los momentos que nos marcan no son necesariamente los que nos hicieron felices.

Esa probablemente sea la razón por la que el día del Padre no se celebra con la pompa, la generosidad y la alegría con que se hace el de mamá. En no pocos casos, el aflorar de malos recuerdos toma violentamente la primera fila y no deja ver el resto de cosas bonitas que nuestros padres plantaron. Es una pena pero, en ocasiones esos arbustos de aciertos apenas germinaron, mientras que los desaciertos se convirtieron es robustos árboles que ensombrecen nuestras vidas.

La relevancia de la figura paterna, es desde la concepción, evidente. Papá siembra la semilla de la vida, determina el sexo y, hasta no hace mucho, era quien tomaba la iniciativa de todo esto a través del cortejo. Pero esta es la parte elemental, básica, lógica, fisiológica. No obstante su importancia, esos son apenas los primeros de cientos de pasos que restan en el delicado rol de ser papá.

Las investigaciones serias a cerca del comportamiento humano y sus trastornos, confirman —cada vez con más fuerza— como la presencia o ausencia de una figura paterna determinan de manera asombrosa rasgos del carácter, seguridad y personalidad en el individuo. Sean hombres o mujeres. Mucho se habla de la mamá que juega el rol de padre y madre, sin embargo por muy bien que lo haga, parece que la poderosa influencia del padre nunca será suplantada.

André, mi hijo, tiene 5 años. Y ya es capaz de amedrentarme. Cuando está muy molesto y resentido, me sentencia con la misma amenaza: “¡No te voy a invitar a mi cumpleaños, malo¡". Es la máxima intimidación que conoce, y me hace pensar que mi responsabilidad como papá es que no conozca, o mejor dicho, no aplique a futuro otras sentencias que si sean realmente lesivas. Esas, que cuando vamos creciendo van evidenciando los niveles de maldad y de autodestrucción que las familias somos capaces de incoar. Hijos que privan de la palabra a sus padres por semanas, meses y hasta años. Padres que al descuidar su rol, condenan a sus hijos a una vida de temores, pusilanimidad, cobardía ante la responsabilidad y sobre todo... rencores.

Mi padre fue marino. Naufragó en el Atlántico Norte, en aguas frías. Nunca se encontró a la tripulación. Nunca le vimos de nuevo. Nuestro último recuerdo… habrá sido al despedirle en el aeropuerto aquella última vez. Por ello quizá, siempre fantaseé con la idea de que talvez no había muerto, de que la habría librado, y que un día regresaría a nosotros y volvería a ser mi papá.

Cómo extraño a mi padre. Apenas 11 años lo tuve conmigo —menos tiempo aun por sus ausencias en el mar—pero, qué años tan significativos para mí. Aun después de partir para siempre, la manera en que él actuó en sus facetas de hombre de familia, de amigo, de pariente, de negociante, de cristiano... me legaron mucho más de lo que como hijo fui testigo. "Tu papá fue una gran persona", "Tu papá era luchador", "Uds. tuvieron un gran papá" decía la gente [...]

No he escuchado hasta ahora, ni de mi propia madre un concepto desfavorable de lo que él fue. Estoy seguro no fue perfecto, pero que buen trabajo hizo venciendo y minimizando sus imperfecciones, no solo a su favor sino también al nuestro, al de sus hijos. Henry, Osiris y Yo no nos avergonzamos jamás del papá que el Señor nos regaló.

Soy ya un hombre adulto, pero usualmente, en cada efemérides de marzo 19, vuelvo a ser un niño, lloro como si lo fuera. Le recuerdo, le extraño. Tantísimas preguntas que faltaron por hacerle, tantos momentos que hubiese querido compartirle, consejos que necesité en tantos momentos...

Tengo mucho que contar de esto pero, no quiero olvidar que comparto esto con otros y que la principal intención de estas líneas es reafirmar el inmenso y determinante valor que como papás tenemos. Recordar que nuestros hijos están observando, aprendiendo y emulando lo que hacemos, pero sobre todo, que están construyendo un andamiaje de vida que sostendrá su carácter de hombres y mujeres solventes en su manera de actuar y de afrontar la vida.

Que Dios, el Padre por excelencia, nos ayude a cumplirles.

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