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Ser Feo


Ayer se celebró el día mundial de los abogados. Y aunque me hubiese gustado hacer una magistral crítica a la profesión, no lo haré. No conozco mucho, seguramente me quedaría anémico algún comentario pues lo que sé de leyes es lo poco o nada que sabe la mayoría de conciudadanos de este país: que las leyes se cumplen a conveniencia y que la diosa Temis no es tan ciega como quisiéramos.

¿Entonces qué, me abstengo de comentar? No tan rápido, ágiles no lectores… Me gustaría comentar de leyes, sí; pero de las leyes de la belleza y la estética. Cuando me apercibí de la efeméride de ayer, casi instantáneamente vinieron a mi memoria algunos de los abogados que conozco, pero en particular uno que conocí hace apenas semanas atrás. Le he recordado en particular por la casi instantánea desconfianza que me generó al solo verle. Baja estatura, poco agraciado, un poco castigado por el sol y quizá alguna labor de campo, sumado a lo anterior una cantinflesca manera de hablar. Sueno quizá, discriminatorio e incluso prematuro de mi parte el hacer juicios a priori, pero su apariencia física no muy agraciada me generó varias lecturas iniciales que suscitaron desconfianza en el profesionalismo del señor jurista.

Y no es extraño, que esto ocurra con las personas poco agraciadas, la apariencia física afecta considerablemente el como es percibida por el resto del mundo. Kant en su Critica del Juicio, afirma que existen juicios empíricos sobre lo agradable —es decir algo que a mí me parece agradable o bonito, por distintas razones y no necesariamente al resto— pero también existen juicios sobre lo bello. En este último no se trata de una apreciación personal sino de una realidad que es tal cual para el resto de la humanidad. Es decir, nadie puede negar la belleza de una luna llena, o de la magnificencia de la creación reflejada en una noche estrellada. Pues bien, la belleza física —como un juicio sobre lo bello y no un juicio empírico—, nos hace creer que quienes la poseen son personas más inteligentes, más saludables, más competentes y varios atributos más que el resto de la comunidad, posee a medias o desearía tener[1].

Lo anterior sustenta el hecho de que la belleza afecta las relaciones humanas de maneras que no creeríamos. Por ejemplo, pocos creeríamos que una madre pueda tratar mejor a su hijo bonito en relación a otro que no lo es. Se asume que la relación madre-hijo es incondicional ¿cierto?, sin embargo un reciente estudio realizado por la Universidad de Alberta en Canada, reveló que los padres suelen ser más cuidadosos con sus hijos más atractivos. Una de las pruebas se realizó en los supermercados: Los padres de niños atractivos colocaban el cinturón seguridad de la carretilla a sus niños 16% del tiempo, mientras que a los niños no tan atractivos solo el 4%. —

Del otro lado de la moneda, los estudios demuestran que los bebés permanecen más tiempo viendo los rostros más atractivos que los que no lo son. —Consideremos que estos bebés aún no aprenden los patrones culturales que, en nuestro caso —el de los adultos—, nos llevan a aplicar cierto relativismo a la que concebimos como bello.—

Esta verdad, afecta también en lo económico. Sí señor. En todo el mundo hay un patrón marcado donde los feos ganan menos y los bonitos ganamos más, ¡perdón! quise decir ganan más. :) En algunos países de Asia esta diferencia de remuneración puede ser hasta de un 40%. Y si esto no fuera suficiente, los estudios demuestran que el destino laborar de las personas, en particular de los hombres, está condicionado por su apariencia física. A todos nos resulta más agradable ser recibido en una oficina, tienda o despacho por un rostro atractivo que por uno de alguien castigado por los genes.

Es una realidad que nadie puede objetar, un caballero alto siempre tendrá mejor consideración que el que no lo es. Una mujer de rostro bello y de rasgos muy femeninos será preferida en una posición, incluso si el contratante es otra mujer o si la posición no es de contacto directo con el cliente.

Pero tranquilos todos, hay buenas noticias. El abogado desagraciado, y cada persona cualquiera fuere su profesión, tiene la oportunidad de probar que es alguien agradable, competente y profesional . El trabajo duro, las buenas maneras, el trato justo y cordial y una sana espiritualidad siempre serán herramientas de éxito para quienes no tenemos el rostro simétrico, fresco y encantador que el resto quisiera ver.

Un bendecido resto del día para todos.

[1] Cruz, Julio. Investigador de Psicología Social Univ. de los Andes.

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