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Luz de Navidad


Sea de cerca o de lejos, de adentro o de afuera, el espectro de la navidad catracha se divisa en HD y a full color en distintas frecuencias. El ojo común y poco entrenado es capaz de percibir —dentro del espectro visible para el humano— sus distintas “longitudes de onda”.

Abrimos nuestros ojos y percibimos la luz de la “Navidad Buki”. Esa donde todo es recuerdos y nostalgia, donde la fecha navideña es la excusa perfecta para abrir heridas, sufrir una perdida, arrullar la desgracia pasada al compás de “Navidad sin ti” y sedado por el alcohol y la desgracia del no puedo. La soledad envuelta en auto-compasión, es el platillo ideal para esa navidad, sin embargo si se añade uno o varios comensales que acompañen la velada, el sabor a tristeza se estimula, pues no es más uno sino varios los desdichados que se desconsuelan entre sí.

La luz nos permite ver también la “Navidad Debitable”. Esa que solo tiene sentido si hay efectivo o crédito disponible que de propósito a las fiestas. En esta longitud de onda se regocijan los comerciantes, compradores y publicistas. Además de importadores, medios de comunicación, fabricantes, distribuidores y toda la cadena de comercialización existente capaz de provocar pequeños y efímeros éxtasis de satisfacción en los compulsivos consumidores.

Vemos además la “Navidad Decibelio”. Caracterizada por detonaciones incesantes de petardos —y quien sabe cuántas artefactos que se salen de esa categoría—; otras detonaciones criminales que son como una ruleta rusa, pues nadie sabe con qué vida acabarán.

No importa si las explosiones exceden los 140 decibelios y provocan daño auditivo, a mayor potencia mayor regocijo. El olor a pólvora se degusta más que el de la pierna o la torreja. Si giramos la vista en otro ángulo, captaremos la “Navidad Apartheid” —en alusión al sistema de segregación sudafricano allá por los 90’s— cada vez más invasiva y más de moda, esta es la navidad de élite. La navidad de Papa Noel, Frosty, Rudolph, El Grinch etc; la de las luces, esferas y adornos multicolores, “nieve” y regalos bajo el árbol. Esta navidad no es la de las mayorías catrachas. Estas la ven y la reconocen, si, pero desde fuera de la vitrina —por suerte—, es practicada con todas sus características por un reducido grupo citadino.

Seguimos captando en el espectro la “Navidad Tamal”. Esta, aunque pereciese la más placentera de todas —ya que se disfruta desde el sentido del gusto con las delicias culinarias hñas. que la mayoría conoce y apetece—, realmente es de las más estresantes. Es la navidad de las dietas rotas, de los temores y amenazas diabéticas, arterioescleróticas, cardiacas, gastroesofágicas o reflujosas etc... pero sobre todo la navidad de las amenazas estéticas. Si bien todos piensan en un buen tamal de cerdo con limón, las practicantes o víctimas de este espectro navideño nunca sacan de su cabeza las miles de calorías y las dolorosas e incómodas consecuencias de ser un “pasado” en lo que duren las fiestas decembrinas.

Y aunque existen más espectros dentro del haz de luz de las navidades catrachas de los que podríamos conversar, no invertiré más líneas en ello. Más bien quiero cerrar con las frecuencias que están fuera de la capacidad física del ojo común y describir brevemente aquellas que son, en la mayoría de las veces —y es ello lo que da sentido a este escrito— imperceptibles, pero que en realidad son las que revelan lo maravilloso de esta época.

La metáfora de este “Luz de navidad” se completa cuando —aunque todos los escenarios anteriores son reales y son parte de la navidad, sin que alguno sea cuestionado o condenado radicalmente— las mayorías parecen ser incapaces de captar las frecuencias gamma, infrarrojas, microondas y ultravioletas del “espectro invisible”. Estas que son las que revelan los secretos de la existencia del universo en el mundo físico, son las que en nuestra alegoría se traducen en las ¡buenas nuevas!. Las verdades y misterios transformadores del evangelio de Jesucristo que es el “fotón detonante” de esta efemérides.

La luz de navidad que visualizamos en nuestras realidades catrachas es apenas un minúsculo porcentaje del maravilloso HAZ DE LUZ DIVINO del evangelio del perdón, de la justicia, de la responsabilidad por la naturaleza, de la negación consiente en favor del próximo, de la tolerancia, de la misericordia, del perdón. Ante la pregunta ¿cómo estuvo tu navidad? las respuestas deberían dejar de ser: “ahhh comí esto… bebí, aquello, fui a tal lugar, me dormí a tal hora, la pase con tales personas… ” etc; y traducirse en … “comprendí mejor de que va la calma; la importancia de ser más honesto, transparente y dadivoso...; Jesús me mostró, me enseñó, me recordó como servir a los demás, cual es el valor que tengo y el que tienen los demás como seres humanos. Aprendí en esta navidad a negociar algo del Yo por el Nosotros. Entendí que tengo un propósito en esta corta existencia el cual debo descubrir, cultivar y cumplir. Que soy parte cúspide de la creación y que Dios —aunque no me necesita— confía en que haga un trabajo especial, guiado por su manual de usuario. Su Palabra. Aprendí que el Creador me regala la vida no para o por una religión, sino para una espiritualidad que me conecte con EL. Que mi existencia va más allá de lo que logro percibir con mis sentidos” [...]

Y así, podemos ir siendo iluminados por una navidad con verdadero propósito, donde Jesús, ¿por qué no? pueda también disfrutar un buen tamal y una tacita de café con nosotros.

¡Feliz Navidad a todos. Y que brille Jesús por siempre!. ¡Salud!

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