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“Si no trabajo no como”



Ese fue el comentario sincero y espontaneo que me dio un taxista un par de días atrás, conversando mientras me prestaba el servicio de la Alameda a Palmira. El contexto fue el tema del momento. No hay una sola persona en el país que no esté hablando de las elecciones y de las particularidades de éstas y de sus protagonistas. Si bien es cierto el tema no une sino que divide —el tema político quiero decir—, la frase del conductor, me hace reflexionar y me genera algunas ideas que me apresto a compartir.

No es la primera vez que la escucho. Es evidente para todos que se trata de un decir muy popular. Sin embargo, sobre este escenario tan especial en el que estamos, no la he recibido de la misma manera que siempre. El chofer no deja de tener razón; Si no saca a diario su taxi y se dedica afanosamente a buscar clientes, no generará lo necesario para su sustento y el de los suyos. Es una perogrullada. Sin embargo, que ello depende exclusivamente de su esfuerzo e iniciativa es la idea que no logra cuajar. Lo que mayoría insinúa con este comentario es que, importa poco lo que los políticos o burócratas hagan o dejen de hacer, al final yo dependo de mi propio esfuerzo para mi sustento. Lo que la gente olvida, —quizá— es que el trabajo que cada persona, cada ciudadano, cada habitante de un territorio realiza, está vinculado a toda una estructura social. Un engranaje que —como la misma palabra insinúa— funciona de manera óptima con la integración y cooperación de todas las partes entre sí. Es a lo que llamamos Estado: Una comunidad social con una organización política común, un territorio y un gobierno que se distingue de otras comunidades y toma sus propias decisiones. Si bien la última parte de ese concepto puede ser cuestionable —la de tomar decisiones de manera independiente—, lo que es innegable es que funcionamos en comunidad. Lo que mi amigo el taxista no es capaz de visualizar es que depende de esta comunidad más de lo que podría desear y que ello es ineludible.

  • La calidad de las calles por las que transita.

  • Los agentes del orden que controlan o impiden su locomoción.

  • Las tarifas establecidas por las autoridades.

  • El control de precios del combustible que usa diariamente y de los repuestos que requiere para su vehículo.

  • La seguridad necesaria para realizar su trabajo.

  • Los distintos tributos que le toca pagar por el vehículo, por la circulación en la ciudad, por la circulación fuera de la ciudad… etc. — Esto incluye la locura del mal llamado “impuesto de guerra” de la que ningún transportista está exento. —

  • La calidad de los servicios de salud para él y su familia · La calidad de la educación de sus hijos.

  • Cosas tan dispares a su oficio como la libertad de prensa influyen en el entretenimiento que pueda dar a sus pasajeros.

En fin… Tenemos una serie de “co-necesidades” de las que somos parte y por las que somos afectados querámoslo o no. Si no trabajo no como, puede convertirse en la frase más irresponsable que un ciudadano de un país o de un colectivo puede sostener. Una situación política como la que atravesamos hoy o simplemente una elección, no es el momento especial para asumir posturas ciudadanas, la verdad es que cada momento lo es. Cada decisión que nuestros gobiernos toman nos debe importar y debemos ser veedores responsables de las mismas. Informarnos, indagar, aprender, opinar, manifestar nuestro descontento o agrado, exigir, aprobar o desaprobar, decidir, educar a nuestros niños etc… Es responsabilidad sine qua non de cada persona que desee considerarse ciudadano de este o cualquier país. Es solo el trabajar para comer y no trabajar para hacer patria, lo que nos tiene en la condición de país que estamos.


Que tengan un gran día. Bendiciones a todos. Y un consejito: no consuman de manera indiscriminada todo lo que se publica en redes. No se intoxique.




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