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“Comunicazión” y “Prenza”

Ayer, 25 de mayo, el embajador “gringo” James D. Nealon, se despidió de su representación diplomática en Honduras, y no solo de Honduras sino del resto del mundo, ya que esta despedida coincide con el fin de su carrera diplomática de 33 años.

Nealon, cuenta que aunque termina con satisfacción su carrera, sus inicios no prometían mucho. Y es esta la anécdota que quiero citar: James fue asignado a Chile como primera misión allá por el años 83. Al llegar a Santiago, él y su esposa tiraron las maletas en el hotel y volaron a buscar algo de comer. Estando ya en el restaurante, el mozo (una de las muchas cosas que inquieta a algunos hondureños al llegar a algunos países del sur es esa manera de llamar al mesero. Al que por cierto aquí, quien sabe por qué razón aquí llamamos “joven”) les dijo:

“Dober dan gospodje, ne morem vedeti, da se bo naročiti?”

Así es amigos, el mesero hablaba esloveno, era primo de Melania. No es cierto, es broma. Hablaba español, pero para Nealon y su esposa era cualquier otro idioma desconocido. Aun y cuando habían estudiado en la escuela para diplomáticos en EUA durante 6 meses el castellano, no entendieron “ni papa”. Nealon cuenta que en ese momento pensó que esto nunca iba a funcionar y que quizá debían haber decidido por otra carrera. Su esposa lo tranquilizó diciéndole: —Bueno… estamos en un restaurante. Él es el mesero. supongo que lo que nos ha preguntado es ¿qué queremos comer? […]

La anécdota del embajador nos recuerda que la comunicación no está basada solo en las palabras sino que hay mucho más detrás de ello. La comunicación es integral, es holística, es complementaria, es virtuosa… comunicar es educar —para bien o para mal dirían algunos—, comunicar es muchas cosas y la mayoría de ellas positivas; sumado a lo anterior es la razón de ser del periodista.

He querido invitarles a reflexionar sobre esto por la efeméride de ayer. El día del periodista hondureño.

Empecemos por aclarar algunos conceptos vinculantes. —les ruego no abandonen la lectura— Existen 3 tipos de educación: La Formal. Que es aquella regulada, intencional, planificada y gradual. Es decir, aprobado un grado, estás calificado para iniciar en uno superior —esto lo entenderán más que bien los que repitieron en la escuela, colegio o en algunas clases de “la U”, o aquellos que en primaria se sentaban en los últimos pupitres y eran víctimas de la frase “tan grandote y en primero”—

En segundo lugar está la educación No Formal. Ésta a diferencia de la anterior no es gradual, no se obtiene en ella un certificado acreditado. Hoy puedo hacer un curso de repostería, el otro mes uno de karate y luego un curso intensivo de alemán y eso no me dará ningún grado académico. Puedo tener a un abuelito de compañero y al mismo tiempo un niño “barroso”; se puede dar en cualquier entorno y no precisamente dentro de un aula de clase.

Por último —y es donde quería llegar— está la educación Informal. Este tipo de educación es la que se obtiene en la cotidianidad; en la casa, con la familia; en el trabajo, con los amigos… En esta categoría es donde periodistas y comunicadores sociales son protagonistas. Al tener la facilidad del medio, el periodista llega sin esfuerzo a las masas y las educa, las persuade; crea en ellas inquietudes, opiniones, realidades o fantasías. Sobre todo juega el rol de líder de opinión. El oyente por su parte, asume que el periodista está calificado en los criterios que verte. Asume que está muy bien informado, asume que lo que dice tiene un fundamento científico, legal y moral, y sin analizarlo demasiado, adopta las opiniones del comunicador. Ahí es donde reside el gran poder que tienen los medios a través de sus comunicadores.

No deja de resultar asombroso —y aterrador a la vez— como en Honduras, periodistas sin mayor criterio de las cosas, enemigos de las estadísticas, repetidores virtuosos; educan, encaminan y a veces adoctrinan a nuestra población. La gente le cree al periodista. Una desafortunada —mas no merecida— realidad educativa es la que en muchas ocasiones nos impide tener criterio. Repetimos y defendemos sin más lo que el periodista o líder de opinión ha dicho.

No es la intención de este escrito, acusar, humillar o denigrar al gremio. Pero si cuestionarle. Cuestionar acerca de lo que debemos esperar, exigir y valorar de un periodista. Ser conscientes de que son un sector apetecido por grupos de poder que les usan para moldear el pensamiento colectivo y lograr con ello propósitos específicos que generalmente son para beneficio particular y no general. Sin embargo, es esa cualidad de persuasores la que —dichosamente— convierte a los periodistas en fuentes de luz, y es ahí donde gobiernos, empresas, educadores, ONGs, sociedad civil y todo ente clave, debe invertir para bien de todos.

La paradoja es que el periodista o el medio que educa responsablemente, no vende. El rating suele elevarse con la chabacanería, la tosquedad, la trivialidad. Los programas de mayor audiencia en Honduras todos Uds. los conocen, y algunos inocentemente los disfrutan. Y aunque les criticamos por sus bajezas aun así, tristemente, les consumimos a diario. Que injusto. Sabemos que la Coca-Cola es mala, sabemos que la Baconator de 3 niveles de Wendy´s es tapa-arterias, sabemos que debemos ejercitarnos al menos 30 minutos al día, que debemos tomar abundante agua, etc… Sabemos que medios NO EDIFICAN, pero los consumimos igual.

Tenemos aquí responsabilidad compartida. Por un lado, los periodistas como veedores sociales y formadores serios; garantes de generar opiniones justas y equilibradas. Por el otro, los oyentes como juiciosos escuchas que no repiten “a lo loro” lo que dice un periodista sin antes analizar diversas opiniones, consultar, reflexionar y sobre todo discriminar lo que es un engaño y lo que es verdadero.

Que privilegiados son los periodistas.

Que tengan una bendecido fin de semana

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