top of page

La mamá de mi hijo

En vísperas del día de la madre, el kínder donde estudia mi hijo André, me envió —a mí y al resto de papás— un mail que decía algo como esto:

Estimados Padres,

Gusto en saludarles. El motivo del presente es para solicitarles para el día de hoy miércoles 10 de mayo un pequeño vídeo de al menos 15 segundos dedicándoles unas palabras a las mamas de sus pequeños, para darles una pequeña sorpresa […]

Hubo algo en ese mensaje que me sonó extraño. A lo mejor no era nada, sino más bien la poca costumbre de este tipo de correspondencia. —dado que soy un principiante en temas de eventos escolares para padres— Pues no le di mayor importancia al “ruidito” de la correspondencia y seguí con mis asuntos cotidianos.

Un par de días después —y sin el afán de encontrarlo— noté cual era el “desazón” de aquel texto. Lo noté porque en estos días, como de todos es sabido y resabido, se hace mucha referencia a las madres. Es una avalancha en televisión, radio, prensa, web, escuelas, conversaciones… etc. Y así, de escucha en escucha, sigilosamente estaba esa frasecilla que he usado como titular y que cada vez es más común:

La mamá de mi hijo.

Dirán quizá que soy algo extremo, dramático, quizá arribista o una de esas personas que anda siempre en “modo queja”. Aunque en nuestras realidades es difícil no andar en ese “modo”, no es mi motivación. El tema es que el uso de esta frase me parece que refleja en cierto sentido, la realidad que afrontamos socialmente y que describe a la familia de nuestro tiempo. Y al ser hoy 15 de mayo, el Día Internacional de las Familias, pues nada más oportuno que hablar de ello.

Decir la mama de mi hijo, suena tan extraño —me suena extraño, permítanme la corrección— como decir “el hijo de mi hijo (para referirse al nieto), “el hermano de mi hijo” (o sea mi otro hijo), “el esposo de mi mamá” (para referirse al papá biológico y aun al de crianza), “el hijo de mi tía”, el tío de mi hermana… etc. o casos más banales como “Tu presidente” (cuyo uso es familiar para todos).

Todas esas “maneras”, llevan implícita una dosis de desdén que deja en el interlocutor una sensación de curiosidad. “¿Por qué dice el esposo de mi mamá?” —se pregunta quien escucha— … “seguramente habla de su padrastro… y no lo llama como tal porque quizá tienen una relación poco afectiva o complicada…”. Así quizá va elaborando elucubraciones el escucha, porque en efecto siente que algo no es normal en esas frases.

Pero volvamos al tema de “la mamá de mi hijo”—que nos podemos extraviar en los densos laberintos de las complejas relaciones familiares— Es evidente que el kínder, además de su sana pretensión de no desatinar, no ignora que la realidad de las familias es la que es. Padres de familia que no son más una pareja de esposos, o que nunca lo fueron, o que lo son pero que hay más de un esposo o una esposa, o que no hay papá o mamá… Porque no se sabe dónde está, o porque no se quiere saber. O que solo hay abuelos… que se yo… El punto es que hay una realidad dura que está minando nuestras familias y consecuentemente sociedades.

Esta realidad es una especie de abono canalla que consigue sigilosamente llegar a la sabia de las familias y las debilita. Las enferma. Y tal como lo hacía el gorgojo descortezador; este mal aparenta solo dañar el verde de las hojas, pero la realidad es que el árbol agoniza e irremediablemente muere, y por si fuera poco, hace enfermar al resto de árboles. Es lo que ha sucedido con nuestras sociedades. Hemos cosechado, abandono. Tenemos huertas de intolerancia sembradas en el patio trasero; Enramadas de rencor que se van arrastrando por nuestras habitaciones sin que se note. Y al final… la cosecha es un fruto atípico, de mal sabor, que desnutre.

Maravilloso ejemplo el de las madres solteras. Luchadoras admirables, generadores de mil renuevos ante la adversidad. Polifacéticas, creativas y hercúleas por necesidad, porque quién debió estar haciendo equipo con ellas, no está. ¿Son los hombres los culpables? No lo sé. No lo creo. Cada uno, madre y padre, trata de hacer lo mejor que cree en su rol, pero a veces ¡no hubo escuela!. Un círculo de maldición que aunque fuerte, no es infalible.

El que heredó una diabetes, una fibrosis, o una nariz de buñuelo, poco o nada puede hacer al respecto. Pero el que heredó una paternidad o maternidad irresponsable PUEDE CAMBIAR LA HISTORIA en favor de su descendencia. Es un esfuerzo que tomará quizá la vida entera. Un camino de herradura, con escasas o inexistentes señales. Será un errar tras errar, pero aún el mínimo esfuerzo que mostremos será valorado por nuestros hijos y cónyuges. Es un esfuerzo colectivo, esfuerzo de familia, de comunidad, de país.

La mama de mi hijo, es mi esposa. La mamá de mi hijo es mi socia en esta empresa. Debería estar luchando empeñado en que esté a mi lado todo lo que sea posible para sacar adelante este emprendimiento llamado familia.

Nunca será tarde para la familia. La familia ¡VALE EL ESFUERZO!

------------------------------------------------------------------------

Nota: Un buen comienzo para luchar por la familia… El consejo.

1. “La Hora de la Familia” por Radio Cadena Voces // 93.3 FM / 580 AM // De lunes a Viernes a las 08:00 AM y 02:00 PM y Sábados a las 09:30 AM

2. “Operación Rescate” por HRN a las 09:00 AM los sábados.

3. “Enfoque a la Familia” un programa buenísimo que pueden escuchar en varias radios pero que también tiene sus programas en demanda en la página: https://www.enfoquealafamilia.com/programasderadio

  • Facebook Black Round
  • Google+ Black Round
  • Tumblr Black Round
bottom of page