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Trump va a ganar



De no ser por las escandalosas, alocadas, e impertinentes declaraciones del mechudo candidato republicano; sumado a su histriónico y desinhibido discurso racista antihispano (tirando a antimexicano), Donald John Trump ya sería el virtual ganador de la elección gringa fijada para noviembre. —¡En pocas semanas ya!—

Lo anterior sin embargo, no significa que por esas actitudes Trump esté derrotado. Paradójicamente no es así.


Es un hecho que la debilidad de su oponente directo le juega a favor. La Sra. Clinton ya no sabe cómo excusar el error de mentir a la autoridad respecto de la utilización de sus cuentas de correo personales para asuntos oficiales, el ocultar algunos de los correos y la vinculación de este error al asalto del consulado estadounidense en Bengasi, Libia. Que costó la vida del embajador Stevens. Este tema le ha generado la fama de mentirosilla entre la opinión estadounidense. Sumado a su poco carisma y a la falta de esa verborragia excitante que todo político que aspira a gobernante y a agitador de masas debe poseer. (al menos en un grado moderado); y eso a su oponente millonario… le sobra.


Tampoco es esa crónica tos “de chucho” que se le ha pegado como cipote guanco1 y que en las últimas apariciones públicas, no ha querido soltarle la garganta desenlazando en neumonía (que debido a su desvanecimiento del domingo pasado tuvo que confesar), que hace más evidentes sus 67 años de edad.

A ningún político le conviene (y menos en plena campaña) lucir débil o enfermo. Y sino pregúntenle a Juan Manuel Santos cuando en una de sus apariciones en Marzo de 2014 la incontinencia le jugó una mala pasada. Por suerte o mejor dicho, gracias a los consejos de J.J. Rendón —el infalible asesor de presidentes—, Juan Manuel ganó la elección.


Si bien esas razones favorecen indudablemente a Trump, no son las que le harán ganar la elección. El millonario de reality shows tiene un “as bajo la manga”. ¡Que va¡ Ni siquiera está bajo la manga. Está a la luz pública. Y es su carta ganadora.

No es el muro. Que según él, pagará México. No son las debilidades de la Sra Clinton. No son sus astutas y maquiavélicas jugadas políticas —como la de aceptar la invitación de Peña Nieto en Los Pinos—. No es aún su nueva manera —más presidenciable— de discursar ceñido fielmente al teleprompter, que tanto bien le ha hecho por cierto. No. Todo eso le suma, pero no es su carta maestra.


Cuando nadie creía que sería el candidato Repúblicano, cuando lucía como un opositor desdeñable y con algunos tornillos faltantes, Trump ha demostrado que las personas una vez más aman todo aquello que representa una cosa : EL CAMBIO.


Es esa la carta maestra con la que Trump ganará la Casa Blanca.

La misma que uso Obama en su momento, al representar el cambio respecto del gobierno de su antecesor G.W. Bush.


La gente ama el cambio. ¡Es así!


¿Por qué? Bueno, resulta que casi siempre estamos inconformes con el statu quo.

Esto está relacionado al hecho de que somos seres imperfectos y tarde o temprano nuestras debilidades salen a flote. Ya sea que seamos presidentes de una nación, líderes, jefes, padres, hijos, amigos; no importa el rol, siempre seremos propensos a desilusionar a quien, quizá en principio, puso toda su fe en nosotros y en nuestras promesas.


“¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios.” Le dijo Jesús al joven rico en aquella ocasión.

Y aunque el Maestro no lo hubiese dicho en aquella ocasión, los que ya días nos asoleamos sabemos que es una verdad incuestionable.

Trump seguramente no cumplirá ni la mitad de las promesas que ha hecho. Pero por ahora representa EL CAMBIO y la gente buscará ese cambio tal y como lo ha hecho desde siempre, y como la hará siempre, pues nuestra naturaleza es como es: Imperfecta.


Lo anterior nos lleva a hacer reflexiones estratégicas:

Nunca debemos dar las cosas por sentadas, la gente siempre esperará más y más de nosotros. Nuestros padres, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros empleados, nuestros jefes, nuestros socios, nuestros vecinos, nuestros votantes, nuestros conocidos; todos esperan que el tiempo pase y corrijamos los yerros y todo aquello que les dañó o decepcionó en su momento.


Al igual que los votantes republicanos, todos nuestros cercanos esperan que cumplamos esas promesas de cambio que, quizá a diferencia del candidato Trump, nunca hemos hecho públicas, pero que aun así, deben ser una constante en nuestra vida.

Debemos procurar dar lo mejor a quienes esperan eso mismo de nosotros.

Los políticos prometen lo que no pueden cumplir sin embargo nosotros debemos cumplir lo que incluso no hemos prometido pero que en nuestro corazón, sabemos es nuestro deber.


"...el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga. " El cambio es necesario, busquémoslo día a día. No nos conformemos jamás con el estado actual de las cosas, busquemos superarnos cada día. La perfección no es posible pero si fijamos nuestra vista en ella, tendremos nuestra carta ganadora.


Un fuerte abrazo a todos.

Que tengan un bendecido día.




1 Niño olanchano que muestra timidez de cosas que no lo merecen en su mayoría y que se esconde encorvando su cuerpo y ocultándose tras el cuerpo de su madre mientras le sujeta de alguna de sus prendas.

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