¿Con tajadas o con tortilla?
Los que nacimos en la costa, (los que no somos de tierra adentro o de la capital) comprendemos muy bien esta pregunta. Al menos en mis tiempos de mozalbete no era costumbre comer tortilla y tajadas de plátano o guineo en el mismo plato. Como tampoco lo era comer mantequilla y queso en el mismo plato. O como aún menos lo era, comerse un tamal con tortillas. Sin embargo al llegar a la capital uno se lleva sus sorpresas.
Esto desde luego nos dice que este tema de combinar bocadillos, comidas, sabores o bebidas es totalmente relativo. Relativo al lugar de origen, a la dieta familiar, a restricciones por razones salud y al final... al capricho de cada uno. Pero déjenme señalar algo fuera de toda relatividad: ¡Hay cosas q no combinan! ¡Hay cosas que no se deberían mezclar jamás!.
No se debe mezclar por ejemplo, como se nos ha dicho a menudo, la bebida y el volante, la mala alimentación con el sedentarismo, la mala administración con el crédito. Sin embargo tampoco se debe mezclar –y esto no lo escuchamos tan a menudo–: La adolescencia con el matrimonio, El matrimonio con la desconfianza, la desconfianza con la administración pública, la administración pública con el populismo, el populismo con la ignorancia, la ignorancia con la demagogia, la demagogia con la fe, la fe con el abuso, el abuso con el silencio, el silencio con la injusticia, la injusticia con la pasividad, la pasividad con la plaga, la plaga con el bosque y el bosque con… …pues con el gorgojo descortezador…
No es pertinente mezclar: El futuro con el pasado oscuro. La culpa con el deseo de libertad, La fe sin las obras. La criatura imperfecta y su creador perfecto… y aquí, solo aquí, es que hay una bellísima excepción.
W. Cruzant